El anuncio del hallazgo de unos extraños restos en abril de 1964 revolucionó el campo de la evolución humana y generó preguntas que se mantienen hoy en día
Fue uno de esos grandes descubrimientos que han marcado la historia de
la paleoantropología y, por añadidura, la del ser humano. Era abril de
1964 cuando el paleontólogo británico Louis Leakey
y su equipo, en el que se encontraba su esposa, Mary Leakey,
encontraron una serie de fósiles en el Gran Valle del Rift, en Tanzania,
que catalogaron como una nueva especie dentro de nuestro propio género.
Se llamó Homo habilis. Según explica el paleontólogo Bernad Wood, de la Universidad George Washington, en un comentario en la revista Nature,
el descubrimiento cambió la búsqueda de los primeros seres humanos
desde Asia a África e inició una polémica que perdura hasta nuestros
días. Según explica, incluso con toda la evidencia fósil y las técnicas
de análisis de los últimos 50 años, una hipótesis convincente para el origen del Homo sigue siendo difícil de alcanzar. [...] abc.es/
Tasbas, en las tierras altas de Kazajstán |
Granos carbonizados de cebada, mijo y trigo depositados
hace casi 5.000 años en sitios en las altas llanuras de Kazajstán
muestran que los pastores nómadas jugaron un papel sorprendentemente
importante en la difusión temprana de los cultivos a lo largo de un
corredor montañoso este-oeste durante la histórica Ruta de la Seda,
según sugiere una nueva investigación de la Universidad de Washington en
St. Louis, Estados Unidos. Los hallazgos de este estudio hacen
retroceder unos 2.000 años la primera interacción conocida entre Oriente
y Occidente a través de esta vía.
"Nuestros hallazgos indican que los antiguos pastores
nómadas fueron actores clave en una red de este a oeste que unía las
innovaciones y los productos básicos entre lo que hoy en día es China y
el suroeste de Asia", subraya el coautor del estudio Michael Frachetti,
profesor asociado de Arqueología en la Facultad de Artes y Ciencias de
la Universidad de Washington y principal científico de este proyecto.
"Trigo, mijo y sorgo antiguos recuperados en sitios de
Kazajstán muestran que los pastores nómadas prehistóricos en Eurasia
central habían incorporado dos cultivos regionales a su economía y
rituales de hace casi 5.000 años, haciendo retroceder la cronología de
la interacción a través del territorio de la Ruta de la Seda más de
2.000 años", afirma Frachetti. El estudio, que se publica este miércoles
en 'Proceedings of the Royal Society B', establece que varias cepas de
granos y guisantes antiguos atravesaron Eurasia miles de años antes de
lo documentado previamente.
Aunque se ha sabido de la existencia de estos cultivos
mucho antes en la antigua China y el suroeste de Asia, el hallazgo de
ellos entremezclados en sepulturas de la Edad de Bronce y los hogares de
los pastores nómadas proporciona algunos de los primeros signos
concretos de la interacción entre el este y el oeste a través de la
vasta extensión de montañas de Eurasia y la primera evidencia botánica
de la agricultura entre los nómadas de la Edad de Bronce.
El trigo, cultivado por lo menos hace 6.000 años en el
suroeste de Asia, estuvo ausente en China antes del 2500 aC mientras que
el mijo y el sorgo, presente en el cultivo doméstico hace 8.000 años en
China, no se encuentra en el suroeste de Asia antes del año 2000 aC.
Este estudio documenta que los granos antiguos de China oriental y el
suroeste de Asia llegaron a Kazajistán por el centro del continente
hacia los años 2700-2500 aC (hace casi 5.000 años).
"Este estudio comienza a reescribir el modelo de cambio
económico a través de Eurasia", dice el primer autor, Robert Spengler,
paleotnobotánico e investigador asociado en Artes y Ciencias en la
Universidad de Washington. "Pone de manifiesto que los nómadas tenían
diversos sistemas económicos y eran importantes para la remodelación de
las esferas económicas en general", destaca este experto.
Todas las conclusiones de este trabajo se basan en datos
arqueobotánicos recogidos de cuatro yacimientos de pastores de la Edad
de Bronce en la estepa eurasiática central y las montañas: Tasbas y
Begash en las tierras altas de Kazajstán y Ojakly y el sitio 1211/1219
en Turkmenistán. "Encontrar este diverso conjunto de cultivos en Tasbas y
Begash ilustra la primera evidencia de la expansión hacia el oeste de
Asia oriental y los cultivos del sudoeste asiático hacia el este, así
como la sorpresa de que los nómadas son los agentes de cambio", concluye
Frachetti. lasprovincias.es